sábado, 22 de abril de 2017

  1. Desigualdades de clase 
Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos creído en la idea del American Dream.  La misma historia que nos contaban y cuentan las películas de Hollywood que dominan las pantallas de nuestros televisores y  cines. La misma, que aún hoy en día, nos cuenta  Chazelle en Whiplash u Oh La Land. Se trata de la historia de quien puede llegar donde quiera, no importa el punto de partida, siempre que le ponga empeño y, sobre todo, ganas a la lucha por sus sueños. Es lo que también se conoce como meritocracia, un sistema en el que con capacidades y esfuerzo se pueden ir subiendo poco a poco los peldaños de la pirámide socio-económica. 
Quizás el problema está en que no nos han contado la otra versión del cuento, aquella que protagoniza la mayoría de la población estadounidense de clase media y baja. Lo que no nos han contado es que esa escalera hacia arriba no es nada fácil de subir y que sus primeros peldaños son muy resbaladizos. Hay quienes han caído ya demasiadas veces en su carrera hacia arriba, y la razón de ello no es la falta de mérito o ganas, sino la falta de recursos económicos y una serie de mecanismos que empujan hacia abajo. Esta situación es común a muchas sociedades, pero sobre todo destaca su irónica presencia en una de las grandes potencias económicas del mundo, los EE.UU. 
 
Por ello, el objetivo de esta sección será explorar los mecanismos que se esconden tras la desigual distribución de la riqueza en la nación estadounidense. Para esa tarea, se tomará como base la obra de Tony Judt Algo va mal, así como datos estadísticos recientes e información procedente de materiales audiovisuales como el documental Sicko de Michael Moore. Tras describir la situación general de desigualdad económica que reina en la nación estadounidense, se analizará cómo esta desigualdad se traduce a un desigual acceso a servicios básicos por parte de los ciudadanos, como por ejemplo la sanidad o la educación.   
 
1.1. Estado de la cuestión. Desigualdades económicas en los EE.UU. 
 
EE.UU, como ya se ha mencionado antes, es una de las primeras potencias mundiales a nivel económico, político y cultural. Sin embargo, irónicamente, es al mismo tiempo uno de los países con más desigualdad en el reparto de la renta del mundo. Según datos del banco mundial, el índice de Gini de EE.UU ha estado aumentando a lo largo del tiempo. El país ha pasado de un índice de Gini de 37.7 en 1986 a un índice de Gini de 41.1 en 2014. Este crecimiento de las desigualdades económicas que está experimentando el país se ve bien ilustrado en el gráfico que encontramos a continuación:  
 
Figura.1.: El índice de Gini en EE.UU. Desde 1968 hasta 2012 
Estas desigualdades son aún más llamativas si tenemos en cuenta que EE.UU presenta uno de los índices PIB, que mide la riqueza de un país, más altos del mundo. Esto se ve en la siguiente imagen: 
 
Figura 2: Índice PIB de diversos países en comparación (https://knoema.com/nwnfkne/world-gdp-ranking-2016-data-and-charts-forecast) 
Todo ello apunta a que la riqueza que concentra una pequeña parte de la población es muchísimo mayor a la de la población que se encuentra en dificultades. Esto es también uno de los problemas a los que alude Tony Judt en su libro Algo va mal. El ejemplo que nos proporciona Judt es muy ilustrativo de la dimensión de esas desigualdades latentes en el país: si en 1968, el director ejecutivo de GM se llevaba a casa en sueldo y beneficios sesenta y seis veces mayores que la cantidad pagada a un trabajador medio de la empresa; hoy, el director ejecutivo de Walmart gana un sueldo 900 veces superior que el de su empleado medio. Al mismo tiempo, la cantidad que gana ese ejecutivo de Wal-Mart es mayor que los ingresos totales del 40% de la población estadounidense con menores ingresos, es decir, 120 millones de personas.  
 
Además, a todo ello se une el carácter hereditario que ha adquirido la pobreza en el país como bien observa Judt. Éste proporciona una serie de datos que muestran que el porcentaje de casos en que la renta de los padres explica la de los hijos ha ido aumentando en EE.UU a lo largo de los años y en 2000 ha llegado a situarse por encima del 30%. Con ello vemos que, además de que las desigualdades económicas han ido aumentando en el país, éstas han adquirido un carácter cada vez más hereditario.  De esto podemos sacar la conclusión de que quien nace en una situación desfavorecida económicamente, tiene muchas probabilidades de seguir en esa situación a lo largo de su vida y relegarla a sus hijos, que probablemente también permanezcan en situación de pobreza de por vida. Se trata de un panorama muy desolador que refleja la escasa movilidad social en el país, de forma que la sociedad comienza a asemejarse cada vez más a una sociedad estamental propia del Antiguo Régimen. 
 
1.2.El sistema sanitario estadounidense, el alto precio de la salud 
 
 Normalmente, cuando hablamos de inmigración en el contexto de EE. UU., pensamos en inmigrantes que llegan a la tierra de las oportunidades en busca de condiciones económicas mejores que en sus países. Gran parte de esos inmigrantes provienen de Latinoamérica. Sin embargo, hay un aspecto de la realidad estadounidense que, por el contrario, obliga a sus habitantes a buscar oportunidades en Latinoamérica. Se trata del sistema sanitario.  Tal y como refleja Michael Moore en su documental Sicko, los rescatistas voluntarios del 11-S se ven obligados a emigrar a Cuba para someterse a una serie de pruebas médicas que no pueden permitirse en EE.UU. por su alto costo debido a que el seguro médico del que precisan les niega el cubrimiento de esos costes. Igualmente, una señora que necesita inhaladores por padecer una enfermedad respiratoria emigra a Cuba, porque no puede permitirse la compra de éstos en EE.UU. Por ello, se podría decir que muchos estadounidenses se han convertido en inmigrantes sanitarios. 
 
Los casos que se ilustran en el documental de Moore demuestran que la situación económica de los individuos que residen en EE.UU determina sus posibilidades de acceso a un servicio tan básico como es el de la sanidad. Es por ello por lo que Moore queda estupefacto cuando comprueba lo diferente que es esta realidad en países como Inglaterra o Francia, donde la atención sanitaria es gratuita. La privatización del sistema sanitario estadounidense se remonta a los años 70 y los tiempos de Richard Nixon, quien decidió privatizar la sanidad. Por ello, no sorprende que el sistema sanitario, controlado por aseguradoras, funcione como una empresa que busca maximizar costes del tratamiento de esos potenciales pacientes. Pero lo que más llama la atención es, que las personas que sí precisan de un seguro, se ven desatendidas. De hecho, los doctores que más intervenciones deniegan, son los más beneficiados económicamente.  
 
Los altos precios de la sanidad en EE.UU afectan sobre todo a aquellos que no tienen los recursos económicos suficientes para cubrirse los costes de sus tratamientos o medicamentos. Según datos que nos proporciona Moore, en 2007, 50 millones de americanos no precisan de seguro médico y se espera que unos 18 mil de ellos morirán este año por ello. Sin embargo, esto no toca sólo a los más pobres, sino que también a la clase media que incluso precisa del seguro médico, pero no puede hacer frente a los costes adicionales que cualquier complicación médica conlleva. Lo más chocante quizás es que son las clases más desfavorecidas económicamente las que tienden a experimentar mayores problemas de salud, sobre todo mentales, como muestra Tony Judt en Algo va mal, de forma que existe una relación proporcional entre renta y problemas mentales y de salud en general. Esto añade gravedad al hecho de que el acceso a la sanidad esté muy ligado a la economía, puesto que desemboca en una situación en la que los más desfavorecidos económicamente son los que más problemas de salud sufren y al mismo tiempo los que peor lo tienen para conseguir el tratamiento de esos problemas. 
 
1.3. La educación 
 
Hace poco menos de un año me aventuré a pasar medio semestre académico en una universidad estadounidense. Por entonces aún seguía teniendo la idea de que se trataba de la tierra de las oportunidades. Sin embargo, esta idea no tardó en desvanecerse tras las primeras pisadas en el terreno fangoso del que nunca me habían hablado. Fueron las experiencias de estudiantes a tiempo completo en la universidad estadounidense las que me abrieron los ojos.  Marta tenía problemas estomacales frecuentes y me contó que era por el estrés, pues ya tenía acumulada una deuda de unos 30.000 dólares resultante de los costes de la universidad. Por ello, trataba de compatibilizar trabajo y estudios. Nach y yo quedamos en la biblioteca para realizar un trabajo, pero el chico tuvo que ausentarse varias veces, porque compaginaba su trabajo de repartidor de pizzas con los estudios por las mismas razones que Marta. No dormir se convertía en su esperanza de supervivencia.  
Podría seguir contando muchísimos casos similares, pero la conclusión es la misma: los grandes costes que supone la educación privatizada de EE.UU afectan de forma negativa a aquellos más desfavorecidos económicamente. Es más, hace que no puedan dedicar a sus estudios el mismo tiempo que otros, cuyos padres se pueden permitir pagar la universidad de sus hijos y, por tanto no tienen que arrastrar deudas millonarias desde los 18 años. Esta situación se agrava con los años, ya que los costes de la universidad para los estadounidenses aumentan cada año debido al aumento de intereses, que fue sobre todo notable en 2006. Estas deudas afectan sobre todo a personas con menos recursos económicos, pues serán los que mayores deudas contraigan y, por tanto, más difícil tendrán, una vez acabada la universidad, hacer frente al pago de esa deuda. Se trata, por tanto, de un hecho que limita la movilidad social en el país. Esto quizás sea una de las razones que explica los datos relativos al porcentaje de inicio de estudios terciarios por parte de los estadounidenses que es bastante bajo para un país con uno de los mayores PIB del mundo, pues según datos de la Unesco, éste ronda el 53.29% en 2015. Este dato se podría comparar con, por ejemplo España, que tiene un índice de comienzo de estudios terciarios del 79.85% en 2014.  
1.4. Conclusn 
 
Como hemos visto tras analizar ciertos aspectos de la economía estadounidense, las desigualdades de renta existentes en el país limitan el acceso de las personas con menor renta a servicios básicos como la sanidad y la educación. No podemos perder de vista, que tal situación está íntimamente relacionada con el estadio avanzado en el que opera el capitalismo en EE.UU, ya que, se trata de un sistema económico que tiende hacia la privatización, como hemos visto con la sanidad o la educación. En Algo Va Mal, Tony Judt nos explica cómo el cambio de mentalidad de la juventud que protagonizó los movimientos sociales de los años 60 que giraron en torno a la idea de identidad individual, contribuyó al auge del valor de lo privado. Esto tuvo como último resultado la aceptación por parte de la población de políticas económicas de privatización, mientras que el intervencionismo estatal comenzó a ser visto como algo negativo para la libertad individual, sobre todo en los EE.UU. Tony Judt, también demuestra, que todas estas políticas de privatización han desembocado en mayores desigualdades. 
 
Se trata de un panorama que siquiera el padre del capitalismo Adam Smith deseaba como se ve en la siguiente cita que refleja cierto rechazo hacia el individualismo: 
 
"Sentir mucho por los demás y poco por nosotros mismos; reprimir nuestro egoísmo y practicar nuestras inclinaciones benevolentes; esto constituye la perfección de la naturaleza humana" (citado en Judt; 2013:70) 
Es la falta de colectivismo, lo que, según Judt, ha acabado con el estado del bienestar, pues, sin colectivismo no hay confianza y sin confianza no puede funcionar un sistema en el que cada uno contribuye con sus impuestos a que otros puedan tener acceso a los servicios básicos: 
 
"La confianza y la cooperación fueron las cruciales piedras angulares del Estado moderno, y cuanto mayor era la confianza más próspero era el Estado" (Judt; 2013:76) 
 
Esa confianza, parece haberse perdido en EE.UU y, por tanto, sus habitantes se ven dominados por una creciente inseguridad y desconfianza hacia los demás. Quizás, esa podría ser una razón por la que recientemente se haya elegido a Donald Trump como presidente del país, teniendo en cuenta que éste hace mucho hincapié en garantizar la seguridad del pueblo americano.  
 
Para acabar esta sección, no podemos olvidar que las desigualdades económicas están relacionadas directamente con la desigualdad de raza o género tratada en otras secciones de este trabajo. Las minorías suelen ser las que arrastran peor nivel económico y, por tanto, tienen mayores dificultades, por ejemplo, para conseguir éxito educativo y, por tanto, para mejorar su situación económica posterior.  
 
Bibliografía:  
 
Judt. T. (2013). Algo va mal. Madrid. Taurus.  
 
"World GDP Ranking 2016". Disponible en: https://knoema.com/nwnfkne/world-gdp-ranking-2016-data-and-charts-forecast". Última visita: 18/04/17 
 
"Gross entry ratio to first tertiary programmes". Disponible en: http://data.uis.unesco.org/. Última visita: 18/04/17 
 
O´Hara. M (productora). Moore, M. (director&productor). (2007). Sicko. [ documental]. EE.UU: A Dog Eat Dog Films Production 

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