jueves, 16 de junio de 2016

Vigilar y Castigar, Foucault




Tercer día de vacaciones, te vuelves a levantar a las 12:00 del mediodía y no sabes qué hacer. El huracán de los exámenes finales ha arrastrado consigo las obligaciones que hace unos días tenías tan presentes. Déjame acertar…Te sientes mal. Parece que tu madre te observa con una mirada que lanza mensajes sobre tu improductividad.  Pero, ¿Por qué? ¿Por qué parece que debemos sentirnos mal por perder el tiempo, por no hacer algo productivo? Foucault parece darnos respuesta a esa pregunta, y mucho más que eso. En primer lugar hay una respuesta muy lógica, íntimamente relacionada con el sistema económico en el que vivimos: Debido a que vivimos en un sistema capitalista, que se basa en la productividad y la utilidad del ser humano como recurso de producción, estos valores nos son inculcados desde muy tempranos años. Sin embargo, en Vigilar y Castigar, Foucault va más allá y nos muestra cómo el poder se encarga de que esos valores y una serie de comportamientos adecuados para el buen funcionamiento del sistema, penetren en nuestras vidas y sean reproducidos por nuestros cuerpos dóciles sin que seamos conscientes de ello, motivados por una serie de invisibles mecanismos de poder.

Para ello, Foucault nos introduce al concepto de disciplina, que se basa en la idea de que el poder ha logrado penetrar en una serie de instituciones públicas y, por tanto en nuestras vidas cotidianas como ente invisible, pero creando en nosotros una conciencia de sujetos vigilados, observados y analizados. Así pues, el pensador francés establece una comparación entre el poder visible de siglos anteriores, que se basaba en la muestra del poder del gobernante en una serie de manifestaciones sociales, políticas o culturales como podían ser ceremonias u obras artísticas públicas y el poder que opera de manera invisible hoy en día. Frente a la parafernalia ceremonial de los soberanos de siglos anteriores, hoy en día, con el nacimiento de los estados, y sobre todo de un nuevo sistema económico, también se han modificado los modos en los que opera el poder. Como dice Foucault: “En cuanto al poder disciplinario, se ejerce haciéndose invisible; en cambio, impone a aquellos a quienes somete un principio de visibilidad obligatorio”. Todo ello gracias a una serie de procesos burocráticos, registros en los que figuran nuestros nombre con todo tipo de datos, la presencia de personas representativas del poder en nuestro entorno, etc.

Foucault utiliza el concepto de Panóptico, un tipo de arquitectura ideado por Bentham, para ilustrar la idea anterior. Se trata de un tipo de arquitectura que permite la vigilancia de todo lo que hay alrededor desde un solo edificio central. Habrá momentos en que una parte de los edificios/personas expuestas a esta vigilancia no estén vigiladas, pero nunca lo sabrán, por lo que siempre tienen  la conciencia de poder estar vigiladas y entonces llevan a cabo las tareas que desde el poder se han definido como “normales” y aquellas que ha probado correctas el saber, también producido desde el poder. ¿Qué tipo de control se puede ejercer desde la creación de un saber? Según Foucault, el saber empírico de cada época se crea desde el poder por lo que lo que consideramos normal o anormal está vinculado a clasificaciones realizadas desde el poder, con un fin, el control de los individuos y lograr que nuestros comportamientos estén sujetos a lo que el poder ha definido como norma. Por ejemplo, Foucault hablará de la medicina como área del saber que produce significados en cuanto a conceptos como la enfermedad o la locura estableciendo pautas específicas para establecer una diferenciación clara entre lo normal y lo anormal, lo sano y lo enfermo.

Sin embargo, el foco de atención de Foucault reside en la prisión, un espacio en el que queda perfectamente reflejado el modo de operar del poder disciplinario que se extiende a otros espacios como escuelas, talleres, hospitales, etc. En primer lugar, en Vigilar y Castigar, Foucault narra la evolución de los procesos de castigo a lo largo de unos siglos (desde SXVII hasta SXIX), acentuando, sobre todo, la transición desde el castigo físico público hacia el castigo disciplinario de la prisión. Antes de que existieran las prisiones, el castigo se llevaba a cabo en público, a modo de tortura, poco a poco, infligiendo mucho dolor a quien era culpable de algún delito y todo ello se convertía en una ceremonia que servía para reflejar el poder de un soberano a través de una serie de signos materializados en las heridas del culpable que tenían que servir a los espectadores como reflejo del poder absoluto del monarca, pero sobre todo de un poder basado en la fuerza y el castigo físico. Sin embargo, la prisión moderna utiliza otras estrategias de castigo como el aislamiento y los trabajos forzados. La prisión es lo que mejor refleja el panóptico: la observación y vigilancia del preso. La exposición del preso al aislamiento y trabajos con un fin correccional: el aislamiento que potencia la reflexión sobre lo inmoral de su actuación y los trabajos para entrenar al cuerpo del preso en las técnicas disciplinarias de la sociedad a la que, gracias a su aprendizaje, al preso, le será más fácil reintegrarse tras su salida. Todo ellos se ve bien enunciado en las siguientes palabras de Foucault:

“Y para esta operación (la de transformar al individuo) el aparato carcelario ha recurrido a tres grande esquemas: el esquema político-moral del aislamiento individual y de la jerarquía; el modelo económico de la fuerza aplicada a un trabajo obligatorio; el modelo técnico-médico de la curación y de la normalización”. Creo que estas palabras reflejan muy bien lo que nos quiere transmitir Foucault: hay una serie de esquemas de control o manipulación que se aplican a una sociedad en su conjunto, y estos se ven muy bien ilustrados en el sistema carcelario, puesto que se trata de individuos que han fracasado o se han desviado de la norma del poder y por tanto hay que someterles con más rigor a la disciplina que permita de nuevo su reinserción. De hecho, igualmente, Foucault, en otro de sus libros se centrará en los hospitales y la historia de la locura/enfermedad, de nuevo centrando su foco de atención en un conjunto de individuos que se han etiquetado como anormales desde el poder para así penetrar mejor en el funcionamiento de la disciplina. Además, este pensador francés nos habla de cómo ha sido posible la aceptación de la prisión en la sociedad y vuelve de nuevo al tema de la creación del saber empírico: ciencias como la criminología, la psicología, la psiquiatría constituyen la legitimación de la existencia de instituciones como las cárceles o los hospitales psiquiátricos. Una de las conclusiones más destacables del autor es el hecho de que, las estadísticas muestran que la prisión no es efectiva en esa misión reformadora que clama tener, sino que produce individuos que reinciden en el crimen tras salir de ella. Para él, la función de la prisión, más que correctiva, es la de crear distintos niveles de ilegalismos con el fin de "dar cierto campo de libertad a algunos, y hacer presión sobre otros, de excluir una parte y hacer útil a otra; de neutralizar a éstos. de sacar provecho de aquellos". Es decir, se trata de una justicia de clases, en la que al poder le interesa mantener esa diferenciación.


Foucault es todo un relativista moral, y por ello, para él no hay cosa más ficticia que la existencia de una moral fija y universal, cuya creación se lleva a cabo desde el poder, de nuevo en un intento de establecer una relación binaria entre lo moral y lo inmoral; lo bueno y lo malo; lo normal y lo anormal. Para este pensador, cada uno ha de construir su propia ética, desde el cuidado de uno mismo, la inquietud de sí, al modo de los antiguos, buscando la espiritualidad para llegar a un modo de ser determinado, desde uno mismo, y que no sea impuesto desde arriba. Por ello, creo que la aportación de Foucault es muy interesante, no debemos asumir todo saber que se produce desde arriba como cierto, ni tomar los discursos del poder, presentes en las escuelas, medios de comunicación, universidades, etc como verdades absolutas puesto que no existen. Se trata de un llamamiento a la reflexión, al pensamiento en una sociedad en que la disciplina trata de despojarnos de tiempo para esa tarea. Se trata de pasar de ser objetos del poder en ser sujetos de poder. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario