jueves, 21 de abril de 2016

Comunidad y Nación: ¿Quién es Dios, quién es bestia?

Los textos que se van a analizar en este comentario son un extracto de La Política de Aristóteles y dos constituciones: La constitución de EE.UU del año 1787 y la constitución española de 1812. Las constituciones son textos de naturaleza principalmente legal, mientras que la obra de Aristóteles, aunque filosófica en origen, para nosotros, quienes vemos en el texto de Aristóteles una fuente valiosa como historiadores, se acerca más a una fuente historiográfica, ya que en éste se describe la realidad política de una época determinada en la Grecia de Aristóteles. Eso sí, hay que tener en cuenta la naturaleza subjetiva del texto de Aristóteles ya que éste escribe desde una posición socio-política concreta y desde una perspectiva determinada. Este hecho a la vez que exige cierta cautela al lector a la hora de analizarlo, añade gran valor histórico al texto, ya que constituye el reflejo de una perspectiva determinada de ver las cosas en aquella época y sobre todo, en el círculo social en el que se encontraba Aristóteles, es decir, la perspectiva de una clase intelectual de la época. Ciertamente, el texto, más que reflejo de la opinión de Aristóteles, debido a su naturaleza esotérica, es reflejo de toda una corriente de pensamiento de la escuela filosófica del autor el Liceo,  ya que éste no estaba enfocado a la difusión sino que se trataba de un retrato del pensamiento de cierto grupo de intelectuales de la época. Por ello, cuando se habla de los textos de Aristóteles, es más adecuado hablar del “corpus aristotélico” que de textos de Aristóteles como autor ya que se trata de un conjunto de textos cuya autoría no es necesariamente exclusiva de Aristóteles pero que reflejan la forma de pensar “aristotélica” por así llamarla.  

El texto de Aristóteles se sitúa aproximadamente en el periodo de entre 335 y 323 a.C. (p.26. Política), en la víspera del helenismo, frente al que Aristóteles reclama la vuelta al clasicismo de épocas anteriores (p.27), periodo del que es característica la organización en torno a la polis.  Se trata de un periodo de auge de la democracia ateniense frente a la que Aristóteles se muestra algo conservador frente al idealismo platónico. Por otro lado, tanto la Constitución española como la estadounidense son resultado del triunfo del liberalismo y el concepto de Estados nación que se gestó en el seno de la revolución francesa y pronto se extendería a EE.UU y el resto de Europa occidental. La temática de los tres textos a comentar, a pesar de su diversa cronología, está marcada por un tema principal que es el que se analizará en el comentario a continuación: la organización política y socioeconómica de una comunidad de personas, concepto que, como muestran los textos, ha cambiado desde la época en que escribió Aristóteles hasta la época contemporánea retratada en los textos de las constituciones.

En el texto “El animal ´político´ ” de Aristóteles se define una organización política basada en la polis cuya característica principal es la autosuficiencia y su naturaleza inevitable, es decir, la comunidad o polis existe por naturaleza y es anterior a los individuos (“ya que el conjunto es necesariamente anterior a la parte”). Del mismo modo, el individuo es cívico por naturaleza y por lo tanto es parte de esa comunidad por naturaleza. Así pues, el individuo que queda fuera de la vida comunitaria de la polis es considerado o bien Dios, o bien bestia, como refleja el texto de Aristóteles. Ese individuo, además de nacer con la cualidad innata de cívico. también nace con la virtud, que se manifiesta en su uso de las armas y es esencial para que sea posible el orden social en la polis.

Por otro lado, los textos extraídos de constituciones contemporáneas nos hablan de otra forma de organización: la nación. Ésta se diferencia de la polis en primer lugar, por su dependencia del individuo, es decir, la nación no puede existir sin los individuos mientras que la polis sí, pues en Aristóteles “los ciudadanos no están al servicio del Estado, ellos mismos son el Estado” (29.P) Cuando se habla de naciones, se trata de formas de organización creadas por el mundo moderno, que no existen por naturaleza (aunque haya quienes desde un pensamiento anacrónico crean en las naciones como formas de organización por naturaleza y que siempre existieron), sino que son resultado de una evolución histórica y en el seno de la revolución francesa cobrarán un carácter político.

Eso sí, muchos teóricos, sobre todo a partir de Benedict Anderson, acogen la idea de que las naciones no son más que comunidades imaginadas. Para Anderson, cualquier comunidad en torno a la que se organizan las personas es imaginada ya que es imposible que los miembros de esa comunidad se conozcan entre sí y por ello que sean una comunidad. Eso sí, ahí Anderson parte de una definición de comunidad propia, mientras que, si se toma la definición de comunidad que nos proporciona Aristóteles, se trata de un concepto muy distinto pues ahí, la comunidad existe antes de los individuos y por ello, no importa si éstos se conocen o no para formar parte de ella. La unidad perfecta de las naciones no es perfecta por naturaleza como lo es en las polis, pero como se ve en el texto de la constitución de EE. UU, el objetivo de esa constitución es que esa unión se convierta en perfecta, y para ello los individuos que formarán parte de ella deben obedecer las leyes expuestas: “a fin de formar una Unión más perfecta (...) sancionamos esta constitución para los EE. UU de América”. Igualmente, en la constitución española, el objetivo es “promover la gloria, la prosperidad y el bien de toda la Nación”.

Así pues, mientras que en Aristóteles vemos que lo que hacía a la polis perfecta y permitía su buen funcionamiento era la convivencia de individuos virtuosos y cívicos en ella (todo ello por naturaleza), en las constituciones contemporáneas, la Nación funciona si los ciudadanos de esta acatan las leyes que establecen sus constituciones. Las constituciones establecen las normas que rigen una comunidad y los derechos de los individuos que forman parte de ésta pero hay que tener cuidado pues los términos “Nación” o “People”, en el caso de nuestro texto no incluyen a todos los individuos. El “people” no incluye a los esclavos, las mujeres...La “Nación” de la constituciòn española no incluye tampoco a las mujeres ni extranjeros. Igualmente, para Aristóteles no todos los individuos en una polis son iguales, ya que algunos son más virtuosos y poseen más capacidad política que otros.

La nación de la que hablan las constituciones, es un concepto complejo y muy debatido, pues se puede adoptar distintas posturas frente a lo que implica ese concepto. Mientras que Benedict Anderson diría que se trata de un concepto abstracto e inexistente en la realidad, hubo pensadores de talante naturalista que afirmaban, con resonancia aristotélica, que las naciones existen por naturaleza. El concepto de Estado-nación, tal y como lo conocemos hoy, con un fuerte componente político surge en los planteamientos políticos de la revolución francesa, de manera que los Estados adoptan un papel crucial en la definición de lo que son esas naciones, creando elementos identificadores y simbología para así fomentar la unidad de la gente subordinada a ese Estado. Las comunidades nacionales se crean, no preexisten, aunque una de las tácticas de los Estados, con el fin de promover la unidad nacional, es hacer creer a los ciudadanos que la nación existe por naturaleza, con una serie de características y rasgos propios cuando éstos realmente son creados por el estado. Uno de los teóricos de la revolución francesa, Renan, expresa muy bien la naturaleza política de esa nación a la que define como: “plebiscito de todos los días”. Eso sí, su definición de nación cobra también un carácter cultural e histórico ya que éste invoca un pasado común e heroico de la nación francesa como elemento base de constitución de la nación política sobre éstos.

Por último, la reflexión que me plantean los tres textos en conjunto es quién sería o quiénes seríamos para Aristóteles los bestia y Dioses de hoy en día. No puedo evitar que la siguiente cita de Aristóteles “pero el caso es que tampoco se puede mandar en él. Casi sería como si los hombres pretendieran gobernar a Zeus, repartiéndose sus poderes.” me haga pensar en los mercados de hoy en día que parecen no poder ser gobernados y controlados por el gobierno de ninguna nación y a la vez determinan la situación de éstas. Creo que nos encontramos en un momento en el que quizás el Dios sean los mercados y quienes se reparten sus poderes son las grandes multinacionales por medio de la posesión de acciones, derivativos y otras riquezas abstractas. Cuando votamos, votamos a un partido, un/a político/a, en realidad dejamos en sus manos el gobierno del Dios de hoy en día, el mercado, el dinero abstracto, el dinero al fin.



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