jueves, 21 de abril de 2016

El buen gobernante

Los textos propuestos para análisis en este comentario son El Príncipe de Maquiavelo y El Panegírico de Trajano de Plinio el joven. Éstos centran su foco de atención en la figura del gobernante o príncipe. Eso sí, esta figura se retrata de una manera distinta en cada uno de los autores, lo que es entendible al tratarse de textos muy alejados en tiempo y naturaleza. El contexto en el que se gesta el Panegírico de Trajano es, como no es de extrañar, el mismo gobierno de Trajano, ya que se trata de un discurso pronunciado ante el Senado para alabar al emperador. Plinio, no era tan sólo el autor de un discurso político que elogia a Trajano, sino que también, era una persona activa en la vida política de la época, y Trajano, además de ser el emperador bajo cuyo mandato éste servía, se podría considerar alguien con quien Plinio mantenía una relación algo más personal, teniendo en cuenta que éstos intercambian correspondencia, que se incluye en el décimo volumen del Epistolario de Plinio. En cuanto a Maquiavelo, éste, al igual que Plinio, estuvo implicado en la vida política de la época, sobre todo entre 1498 y 1512. Su cercanía a la institución política y a los gobernantes probablemente le hizo conocer más de cerca el funcionamiento de la política y  a los mismos políticos de la época. Además de eso, Maquiavelo estaba bastante implicado en los asuntos concernientes a la soberanía de su ciudad natal, Florencia. El fracaso de sus deseos políticos para su ciudad y la vuelta de los Médicis a Florencia serían probablemente el motivo principal que le llevaría a la posterior redacción de su obra de El Príncipe, una vez retirado de la política y decepcionado por el fracaso del gobierno de su ciudad.  Como Maquiavelo mismo afirma, su “experiencia de las cosas modernas” le ha servido para crear su libro.

Ambos textos poseen un fuerte talante político, pero son muy distintos en naturaleza. El texto de Plinio, es un discurso político, y por tanto, presenta una naturaleza retórica, mientras que, el texto de Maquiavelo es filosófico, pues se trata de una serie de consejos o normas que, según el autor, la historia nos enseña que, el gobernador perfecto debe seguir para que su principado sea exitoso. La diferencia entre estos dos géneros queda muy bien enunciada por Foucault:”La retórica es el inventario y el análisis de los medios por los cuales se puede actuar sobre los demás por conducto del discurso. La filosofía es el conjunto de los principios y prácticas que uno puede tener a su disposición o poner a disposición de los otros, para cuidar como corresponde de uno mismo o de los demás.” En este caso, Maquiavelo pone a disposición de los gobernantes una serie de prácticas y principios para que aprendan a cuidar de sí mismos y de los demás. Es más, hay que tener en cuenta que El Panegírico de Trajano, en realidad, lo que describe es un ideal del princeps perfecto, que probablemente, como ya hemos subrayado, por la naturaleza retórica del texto, no era real sino que describe lo que un príncipe debería ser. Por ello, se trata de una fuente valiosa que nos ayuda a conocer el ideal de gobernante de la época, al menos desde la perspectiva aristocrática de Plinio.  En cuanto a Maquiavelo, la particularidad de su obra reside en su carácter realista y en que más que en un ideal, éste se centra en realidades para que su texto pueda proporcionar un saber práctico en la vida real, la praxis. Así pues, El Príncipe de Maquiavelo destaca por su enfoque práctico del gobierno, como él mismo afirma en las siguientes palabras: “He querido que mi libro no tenga otro adorno ni gracia más que la verdad de las cosas y la importancia de la materia.”. Es decir, Maquiavelo no persigue el uso de un estilo pomposo en su libro, pero tiene un objetivo didáctico y práctico, todo lo contrario del discurso Pliniano, que utiliza un estilo muy adornado en busca de la belleza retórica, mientras que Maquiavelo prioriza la verdad.  

El texto de Plinio el joven incluye las distintas características que posee Trajano como representativas de las de un príncipe perfecto. Así pues, el príncipe perfecto, en primer lugar, se presenta como mártir y sufridor por asumir ese cargo de tanto peso y dificultad: “qué tortura te has impuesto a ti mismo” dice Plinio. El gobierno de tal príncipe es transparente, “no deja nada cubierto, nada oculto”, garantiza la libertad de expresión: “apoyándonos en tu diestra y promesas, abrimos nuestros labios cerrados por la larga esclavitud”, es justo, pues se opone a las injusticias de los magistrados y todas las virtudes que encarna sirven de ejemplo al pueblo: “siendo tú mejor hagas que todos los que te rodean sean similares a ti”, En toda su perfección, el príncipe de Plinio se equipara a Dios, ya que es omnipresente: “Cuando se te invoca desde algún lugar, por decirlo así, presentarte, al punto y asistirlos” y es el sustituto de Dios en la tierra, ya que, según Plinio, Dios, a partir de ahora, no tiene que dedicarse a velar por la tierra, teniéndolo a él. De éste príncipe pliniano también destaca el hecho de que utiliza la razón y no la fuerza para dominar pueblos, cosa que es irónica en un gobierno que se describe como irracional al ser guiado por la fortuna y elegido por lo divino, Quizás, el aspecto más destacable del príncipe pliniano es que la base de su poder reside en la fortuna, pues se trata de un gobierno que tiene la fortuna a su favor, ya que es designado por la voluntad divina, pues como dice Plinio en referencia a este gobierno: “Lo desempeñas y suples bien a quien te ha mandado”.

A diferencia del príncipe pliniano, cuyo poder se basa en la fortuna, para el príncipe de Maquiavelo no basta con tener fortuna para ser un buen gobernante, sino que ésta ha de ir acompañada de una serie de virtudes que controlen esta fortuna, que en ocasiones puede ser desfavorable:”No ostenta su dominación más que cuando encuentra un alma y una virtud preparadas”. Es más, la fortuna incluso pasa a ocupar un segundo plano y la virtud está por encima: “ocurre a veces que se mantiene más tiempo el que no había sido auxiliado por la fortuna”. Así pues, al realizar esta afirmación, Maquiavelo aprovecha para insertar su crítica al gobierno que se ha llevado a cabo en Italia “campiña sin diques y sin esclusas de ninguna clase”, es decir, quienes han ocupado el gobierno italiano no han mostrado la capacidad de ejercer las “virtudes militares y cívicas” necesarias para diseñar un sistema de prevención ante los peligros de la fortuna como sí las han tenido Alemania, Francia o España. Es esta prevención y anticipación a posibles desfortunios futuros la que alaba Maquiavelo como fuente de virtudes de un gobernante. Para él, el gobierno de Italia, de nuevo, no se ha anticipado a unos hechos determinados, que le han hecho perder su soberanía.


Hoy en día, pocas, si es que alguna vez, se habla de fortuna en el contexto de la política moderna o contemporánea, eso sí, ahora, se podría decir, que el equivalente de la fortuna romana es la carisma, pues en ambos casos, los términos designan líderes o políticos que tienen cualidades o características que los hacen especiales y ambos conceptos están relacionados con el favor divino. Uno de los principales teóricos de la carisma como uno de los mecanismos legitimadores del poder es Max Weber, quien define la carisma de la siguiente manera:Debe entenderse por carisma la cualidad que pasa por extraordinaria, condicionada mágicamente en su origen, …de una personalidad por cuya virtud se la considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas, o por lo menos específicamente extracotidianas y no asequibles a cualquier otro, o como enviado de Dios, o como ejemplar, y en consecuencia como jefe, caudillo, guía o líder”. Trajano en este caso, tal y como descrito por Plinio, corresponde a este ideal carismático, ya que su poder está legitimado por sus cualidades extraordinarias: él no obliga a sus ciudadanos a que le abracen los pies, no domina con la fuerza sino que con la razón, mientras que no se habla de leyes o de un poder militar como mecanismos de legitimación del poder. Es más, éste aparece como enviado de Dios. Sin embargo, el líder carismático de Weber recuerda más al príncipe de Maquiavelo ya que es la virtud la que deriva en fortuna: “una personalidad por cuya virtud se la considera...”Así pues, tanto Weber como Maquiavelo priorizan virtud frente a Fortuna.  La cuestión de la legitimación de poder se menciona en este comentario, pues gran parte del texto de Maquiavelo realmente trata de las distintas formas de legitimación del poder dependiendo de su naturaleza, ya que lo que se busca es la aprobación de un poder por parte del pueblo.

En la actualidad, mucho ha cambiado, pues más que líderes individuales, gran parte de la política nacional e internacional se centra en partidos políticos. Por ello, no es de extrañar que teóricos políticos posteriores a Maquiavelo aplicasen la metáfora del príncipe a partidos políticos como es el caso de Antonio Gramsci. Eso sí, cuando el poder se centra en un líder individual, un líder de un partido por ejemplo, en los tiempos en los que vivimos, no queda claro que éste tenga el poder en sus manos para realizar lo necesario con el objetivo de estar y mantenerse en el poder, pues, en la actualidad, hay un nuevo agente que entra en  juego y se trata de las fuerzas del mercado. Quizás a los gobernantes de hoy en día, no les preocupa tanto la fortuna de la que hablan Plinio o Maquiavelo, sino que la fortuna del mercado, en más de un sentido de la palabra fortuna.

Una de las grandes polémicas que suscitó la obra de Maquiavelo fue la división que éste estableció entre moral y política, dando lugar a la famosa filosofía de que el fin justifica los medios. De hecho la política de hoy en día es bastante Maquiavélica en el sentido de que en el momento en que hay que perseguir un fin, la moral parece abandonar las decisiones/acciones políticas. Lo único que ocurre ahora, es que, a diferencia de Maquiavelo, quien era muy claro en que esa moral, en ocasiones, tenía que ser completamente abandonada, el discurso político traslada la moral al fin, que se oculta como algo con objetivo moralizador, como por ejemplo combatir el ISIS, cuando todos sabemos que, tras esa excusa, puede esconderse un fin algo más económico. Más bien, los líderes mundiales de hoy se están aplicando a las técnicas maquiavélicas y tratan de armarse frente a los infortunios de las fuerzas del mercado, aunque como ha probado la crisis reciente, esto no se les ha dado muy bien. Eso sí, a pesar de todas sus malas connotaciones, creo que Maquiavelo hace una aportación muy significativa a la teoría política, pues, además de ser considerado por muchos el iniciador de esta disciplina, su obra muestra la importancia del pueblo en la política y, aunque se hable de que éste, a veces ha de ser atemorizado y reprimido, ésto no es más que señal de que un pueblo que se rebela en contra del gobierno puede suponer un peligro de gran dimensión.


BIBLIOGRAFÍA

Alvarez Garzón, H.J y Juaneda. R. “Maquiavelo, El Príncipe” Disponible en:

Eliana Medvedev Luna.“Max Weber y la idea de liderazgo ” Disponible en: https://www.academia.edu/9111448/MAX_WEBER_Y_LA_IDEA_DE_LIDERAZGO

Maquiavelo, N.(2001). El Príncipe (comentado por Napoleón Bonaparte). Madrid: Espasa-Calpe.

Plinio el joven, Panegírico de Trajano.

Michel Foucault.(2005). La hermenéutica del sujeto. Akal. Madrid.

Weber, M.(1996). Economía y Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica.

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