viernes, 8 de abril de 2016

Vestigios imperiales en la actualidad

Comentario de A Roma de Elio Arístides y del siguiente texto de Rufus Fears:

Por “superpoder absoluto” entiendo la nación que es dominante en el terreno militar, político, económico y cultural (...) Nosotros nunca engendraremos un Beethoven, un Bach, un Goethe o un Shakespeare. No es así como se impone nuestra cultura. Es nuestra música, nuestro McDonald’s, nuestra cultura popular la que se extiende por el mundo. Imagináos a un terrorista: mientras retiene a su rehén, lleva sneakers, una camiseta de Mickey Mouse, escucha una música terrible y sueña con ir a un McDonald’s en cuanto todo esto termine. Así es como domina el mundo nuestra cultura.  

Vestigios imperiales de hoy en día 

En este comentario se aborda el análisis de dos textos: un discurso producido por Elio Arístides en tiempos del imperio romano, concretamente durante el gobierno del emperador Antonino y un artículo crítico del estadounidense Rufus Fears, más contemporáneo a nosotros/as, ya que se escribió poco después de que ocurrieran los atentados del 11-S en el país natal del autor. Estos dos textos se analizan conjuntamente, ya que ambos comparten la temática de “dominio imperial” o de supremacía de una potencia sobre otra. De hecho, es el mismo Rufus Fears, quien establece una comparación entre el dominio imperial romano, bien reflejado en el discurso de Arístides, y el dominio hegemónico de EE. UU de hoy en día.

El primer texto propuesto para análisis es, como ya se ha mencionado anteriormente, un discurso de Elio Arístides, un maestro de la retórica griego a quien se le encarga la composición de discursos políticos. No es de extrañar que la composición del discurso se encargará a Arístides, ya que la apreciación por parte de los emperadores romanos por la cultura griega y su filohelenismo, sobre todo en época de los Antoninos, eran bien conocidos. El discurso elogia y a la vez justifica el dominio imperial de la Roma de la época. Eso sí, hay que tener en cuenta que éste se realizó por encargo del mismo emperador y sería realizado ante la población romana. Por ello,  contiene unas ideas que probablemente fueron lugar común en el público y eran parte del discurso político general de la época aceptado de forma normalizada por los/as oyentes.

Al tratarse de un discurso retórico, tampoco debemos olvidar que la misma composición de ese tipo de textos de persuasión política nos dice mucho sobre los métodos de control político de la época y nos recuerda que, desde siglos muy tempranos, el lenguaje se ha utilizado como instrumento de manipulación político. Como bien observa Foucault: “La retórica es el inventario y el análisis de los medios por los cuales se puede actuar sobre los demás por conducto del discurso”

Tal y como refleja el discurso de Arístides, el dominio romano se extendía a distintos ámbitos, tanto el económico, político, militar como el cultural. En definitiva, como es propio de un poder imperial, era un poder omnipresente.  En lo económico, el poder de Roma era global, es decir, todas las partes sometidas al imperio, se encuentran vinculadas económicamente y esa vinculación es posible gracias a que el espacio del imperio ahora es un espacio abierto. En lo político, se elogia la capacidad de Roma de garantizar orden y uniformidad en los territorios del imperio. Esta última se consigue mediante una educación domadora cuyo objetivo es producir ciudadanos/as que correspondan a esa uniformidad y el respeto de unas leyes comunes. En el ámbito militar, las intervenciones militares de Roma son justificadas por su naturaleza pacificadora frente al caos que reinaba en los pueblos sometidos, pues el imperio romano lleva la pax y el orden a los territorios conquistados. De ahí surgirá el conocido concepto de bellum isutum para definir las guerras que libraba el imperio romano. En el ámbito cultural, el poder de Roma también es dominante a través de la integración de la diversidad. Eso sí, la integración es reservada a aquellos/as que forman parte de la élite, es decir, a los/as excelentes, por lo que se deduce que los/as demás sólamente quedan sometidos/as a ese poder cultural, sin ser integrados/as.

Una de las ideas imperantes en el discurso de Arístides es la idea de orden al que se hace referencia en el texto en numerosas ocasiones, y aunque el concepto tenga connotaciones positivas, todo orden implica una autoridad que lo garantice de una manera u otra. Lo mismo ocurre con las leyes comunes a las que también se alude en numerosas ocasiones, ya que éstas codifican unas normas impuestas desde arriba creando una noción oficial de justicia que puede ser cuestionable. Hay que resaltar la idea de que, aunque en el discurso el dominio imperial romano se describe de una manera exaltada y positiva, se trata de un discurso político que como la mayoría de ellos, al ser dirigido a un pueblo que es sometido al poder político que lo enuncia, encubre y manipula el lenguaje de manera que sólo se muestre el lado positivo de las cosas.

De la misma manera, cuando se habla de economía, el  hecho de que Roma sea el “taller común de la tierra” es una idea positiva, pero lo que no se menciona, es que detrás de esa movilización económica de la ciudad puede existir una dependencia económica de Roma hacia sus colonias que le proporcionan recursos para la producción. Por ello, puede que lo que realmente ocurría es que en Roma era que la producción se concentraba la ciudad y para ello se explotaban los recursos de los demás pueblos sometidos.

Esta última idea de dependencia económica nos puede recordar los colonialismos de los siglos pasados que se basaban en la explotación de los recursos coloniales para impulsar los sistemas productivos de los países colonizadores. De hecho, no somos los/as únicos/as que percibimos semejanzas entre la Roma imperial y la historia más reciente e incluso la actual. A Rufus Fears, la historia del dominio romano, le ha llevado a componer un texto en el que compara el imperio romano con el imperio estadounidense de hoy en día. En el fragmento que se analiza en este comentario, Fears alude al dominio cultural de EE.UU sobre el resto del mundo. Destaca el hecho de que, a diferencia del dominio cultural romano, el dominio estadounidense es llevado a través de una cultura popular (el McDonald´s, Mickey Mouse...), mientras que la integración cultural en Roma era reservada a los/as excelentes: “elegante, linajudo y poderoso”. Es destacable, que el texto de Rufus Fears viese la luz tan sólo unos años después de los atentados del 11N, ya que teniendo en cuenta el hecho de que estos atentados dañaron la moral estadounidense, el texto de Fears podría ser interpretado como un elogio real a la supremacía de esa nación con objeto de levantar la moral decaída de los/as estadounidenses.

Sin embargo, otra interpretación podría ser totalmente opuesta, pues quizás se trate de una crítica de ese dominio mediante la exaltación del poder omnipresente de EE.UU para ilustrarlo como algo abusivo. Incluso si intentamos ir más allá, muchos teóricos afirman que el terrorismo fue una creación estadounidense, ya que sus intervenciones militares en países como Irak dieron lugar al resentimiento de poblaciones que se sentían sometidas y, por ello al terrorismo como respuesta. Uno de los grandes intelectuales que defienden esa postura es Noam Chosmky, quien es representativo de la crítica proveniente de los/as mismos/as estadounidenses al dominio exterior de su nación. Por ello, podríamos sospechar que el texto de Fears encubre ese tipo de crítica. Aunque en el fragmento propuesto para análisis no se hable de ello, el dominio estadounidense del que habla Fears, al igual que el de Roma se extiende a los ámbitos militar, político y económico.

Si nos centramos en el dominio militar, tanto de Roma como de EE.UU, aunque muy diferentes, tienen en común un discurso basado en el terror y el temor al “otro”. La pax romana se basaba en la defensa de los aliados frente al enemigo. Hoy día, se utiliza un discurso basado en la misma idea, pero en este caso, el “otro” es el terrorista y toda intervención militar está justificada por la lucha contra ese enemigo. Obama no parece desconocer esa retórica cuando dice por ejemplo esto: "Trabajaremos con nuestros aliados y amigos para detener las operaciones de ISIS, cortar su forma de financiamiento y evitar que recluten a más combatientes" Se trata de un lugar común, estamos acostumbrados/as a escuchar ese tipo de afirmaciones sin darnos cuenta de lo que realmente esconden. Es más, hoy en día, la era de la tecnología ha llevado este fenómeno al extremo, pues la amenaza terrorista da licencia a los servicios de inteligencia estadounidenses a vigilarnos a todos nosotros e invadir nuestra privacidad con la misma justificación de garantía de seguridad internacional como demuestra el caso Snowden. Como bien diría Foucault: “Cuántos más crímenes haya, más miedo tendrá la población y cuánto más miedo en la población, más aceptable y deseable se vuelve el sistema de control policial”. Así pues, el uso de un discurso que perpetúa el nosotros y “los otros”, y se basa en el terror que ese “otro” supone es algo que, EE.UU y el imperio romano sí tienen en común.

Es muy interesante el énfasis que se ve en el discurso de Arístides en la educación del “otro” como una forma de doma: “Educáis a los bárbaros conforme a la naturaleza propia de cada uno de ellos…”. Esto nos debe recordar, que la educación, al igual que es una vía de enfrentar el poder político desde una perspectiva crítica, también puede ser un instrumento al servicio de un estado, que tiene un carácter domador oculto, ya que no fomenta un pensamiento crítico y utiliza unos libros de texto que quizás cuenten sólo la versión de los hechos que les interesa a quienes se encuentran en el poder. Aunque esto ocurre a un nivel más nacional, incluso en las propias naciones, la educación nos acaba dejando a todos con la nostalgia de un “sueño americano” y quizás una imagen heroica de los EE.UU, sin mencionar los medios de comunicación y el cine repleto de héroes estadounidenses a lo Josh Hartnett y Ben Affleck en Pearl Harbor. En nuestra educación, medios de comunicación,etc. también se proyecta la imagen de EE.UU que éstos quieren que veamos. Esto apunta a que el dominio cultural estadounidense se extiende hasta el punto de invadir nuestro sistema educativo que tiene como defecto no insertar un enfoque crítico en sus planes de enseñanza.

El dominio que ejerce EE.UU en todas las esferas es como dice Fears propio de una “nación hegemónica”. Uno de los teóricos más destacados del poder hegemónico, Antonio Gramsci, quien aunque desarrolla su concepto de hegemonía en un contexto muy distinto, el de una Europa dividida en naciones y aplicado a un conflicto de clases, este término no deja de ser muy actual y aplicable para lo que ocurre en el mundo globalizado de hoy en día con la hegemonía de EE.UU. Lo que nos interesa del concepto gramsciano de hegemonía es el hecho de que no se trata de la mera dominación en el sentido más literal de la palabra, sino que se trata de una dominación cultural aceptada de forma consensuada por los/as dominados/as sin que tenga que ser impuesta y que se perpetúa en todas las esferas de la vida cotidiana del individuo sometido a ella, sin que éste/a se de cuenta del punto hasta el que el poder lo invade en su vida del día a día. Así pues dirá Gramsci: “la combinación de fuerza y consentimiento se equilibran recíprocamente, sin que la fuerza predomine excesivamente sobre el consenso. De hecho, la intención es siempre asegurar que la fuerza aparezca basada en el consentimiento de la mayoría” .

Esto es de lo que habla Fears cuando menciona que el terrorista lleva una camiseta de Mickey Mouse y sueña con un McDonalds, es decir, está sometido al poder hegemónico de EE.UU, su enemigo, por lo que este sometimiento parece casi inevitable. El terrorista, de esa manera, se ve sometido al poder hegemónico del enemigo contra el que lucha de manera inconsciente pero a la vez como resultado de un consenso global de esa dominación, al igual que muchos/as de nosotros/as no nos damos cuenta que cada vez que compramos una coca-cola o cenamos en el McDonald's estamos siendo víctima del poder hegemónico de los creadores/as y representantes de esas marcas, pero lo consentimos, o quizás no lo pensamos o no queremos pensarlo.

En resumen, no son pocas las razones que han podido llevar a Fears a comparar el imperio romano, de cuyo poder hegemónico no quedan dudas tras leer el discurso del retórico griego Arístides, con EE.UU. Se trata de una interesante reflexión que todos/as deberíamos hacernos acerca del mundo en el que vivimos, pues aunque los dominio imperiales y coloniales suenen como algo alejado del presente y propios de la Edad Media o del siglo anterior quizás lo único que ha sucedido es que los mecanismos de control imperial se han modificado, pero no han desaparecido.
Bibliografía

-Michael Burawoy(2014), “La dominación cultural, un encuentro entre Gramsci y Bourdieu” Disponible en: http://www.gazeta-antropologia.es/?p=4515

-Noam Chosmky(2014), “Terrorismo estadounidense: Por Noam Chomsky”. Disponible en: http://www.videotarnoticias.com/terrorismo-estadounidense/

-Pedro López Barja, Susana Reboreda Morillo(eds.).2001. Fronteras e Identidad en el Mundo Griego Antiguo: III Reunión de Historiadores.Universidad de Santiago de Compostela.

-Michel Foucault.(2005) La hermenéutica del sujeto. Akal. Madrid.

Elio Arístides, A Roma.

-Rufus Fears(2005), “The Lessons of the Roman Empire for America Today”

-Stephen Collinson(2015), “Barack Obama: Amenaza terrorista ha evolucionado pero puede ser vencida” Disponible en: http://cnnespanol.cnn.com/20he15/12/06/el-discurso-de-obama-pretende-calmar-a-una-nacion-nerviosa/

-Michel Foucault (conferencia pronunciada en 1976 en Brasil. Publicada en la revista Barbarie, N-° 4 y 5, 1981-2, San Salvador de Bahía, Brasil.)

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